Memorias perdidas
Eran tan ajenos a la situación que su jardín a las afueras de la ciudad les pareció el mejor lugar para pasar la terrible situación, todo era demasiado ingenuo, el mundo lo era y las noticias llegaban a cuentagotas y muchas de ellas eran confusas. ¿Como podía ser? Habían seguido todo el protocolo, al pie de la letra, paso por paso. Y la única verdad es que ahora el protocolo estaba desapareciendo, como los vecinos, las amigas de mamá y su club de lectura, como papá y sus importantísimos compañeros del partido. Recuerdo ese jardín, y ese momento, tomé la fotografía con la cámara que gané en el concurso de poesía en el colegio. Mamá y papá estaban tan orgullosos...Incluso el pequeño Guillermo, le recuerdo, sus rizos dorados al aire, el olor a geraños y césped recién cortado. ¿Que donde están ahora? No lo sé, tal vez con el resto. Todo se oscureció de repente y después una gran luz rosácea. Recuerdo cubrirme los ojos con el antebrazo derecho, escuchar un zumbido y después la na