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Un simple sombrero. Podría contarte una historia increíble sobre ese sombrero, o también podría contarte la verdad sobre ese sombrero.

Confinado. Extraños tiempos vivimos, y hay cosas que no estan en nuestra mano poder cambiar, pero otras si, e incluso esas que no podemos cambiar al menos podemos hacerlas mas amenas. Todo es extraño e incierto pero tienes tres opciones, ir hacia atrás, quedarte sentado mirando a la nada o salir de ese hipercubo. Aunque al levantarte y por el letargo vivido dentro de él, nos aticemos en la cabeza muy fuerte. Sal y avanza, y después ya se verá.

Corrosión. "Desgaste paulatino de los cuerpos metálicos por acción de agentes externos, persista o no su forma".

A veces me vienen flashes, momentos en los que no dejo de pensar en que nos están preparando. Es cierto que el virus ha estado y aún está ahí, y son ciertas las victimas mortales, los familiares heridos y el daño psicologico y socio-económico que ha causado y aún causa, pero... "Siempre hay un pero", me decía mi madre. Es obvio, que no soy un experto, ni tan siquiera nuestro gobierno, ni otros muchos lo son, ¿ pero como se gestiona un problema así ? no lo sé, ni me voy a meter. En lo que si me voy a meter, es, en la idea, el virus mental de la posibilidad de que nos " estén preparando". Y me explico, y si todo esto, no es que haya sido falso, ni mucho menos, pero ¿y si les ha venido bien para prepararnos como masas? es decir, aparte de todos los tratos, pactos, y tejemanejes ocultos que se hacen a última hora de la noche, o en grandes salas tomando cafe y croissants, ¿ y si, cuando vuelva a pasar, esto, o algo semejante ya no les fuera tan complicado hacerlo?...

El gato de Koudelka. Indiferente Satanás me observa desde los ojos verdes de mi gato y yo le devuelvo la mirada. Me pregunta que si me apetece un té, yo por supuesto acepto. Mientras tanto me habla de la crisis que vivimos actualmente a nivel global, tiene unas ideas un tanto locas, aunque yo le escucho con  atención, se que me miente, siempre lo hace. Me despierto agónico, y sobresaltado.  En la mesita del salón hay dos tazas de té,  una es mía, la otra de nadie.  Y no tengo gatos.

Encender la luz. Cientos de veces, querer despertar de alguna horrible pesadilla, y buscar ese objeto salvador, buscar apresuradamente el interruptor que envuelva la habitación de una luz casi espiritual y que te saque de golpe de ese lugar donde lo absurdo y lo inverosímil reinan. Buscarlo con tal desesperación, que arrasas con todo lo que hay de por medio, para al fin encontrarlo, palparlo y pulsarlo, para darte cuenta y mas desesperación de que no funciona. El pequeño objeto que debería funcionar con un simple click, no lo hace, y no es lógico, porque en casa siempre hay luz, no  ha podido haber un corte, ningun interruptor funciona, y sigues atrapado en tu agonía onírica, solo para darte cuenta de que sigues soñando, solo que ahora despierto y consciente.